Hoy estaba reflexionando acerca de uno de los postulados de Parménides, uno de los primeros filósofos en plantearse cuestiones inquietantes para todos los seres humanos (-o casi todos-). El postulado dice “de la nada, nada surge” esta explicación metafísica se da en consecuencia de intentar dar una respuesta a una de la cuestiones existente más difíciles de argumentar : ¿De dónde viene el universo? Cuando no encontramos respuestas a ciertas preguntas que salen de nuestra posibilidades tendemos a conspirar, a especular; el ser humano tiene que saciar su –tendencia al control- y satisfacer la necesidad inconformista de explicarlo todo, ya sea “aceptable” o “errónea” la explicación.
Lo cierto es que la mayoría de las personas desde mi punto de vista pueden ser divididas en tres grupos al dar una explicación al origen del universo cuando llega el momento en el que la pregunta dominante es: ¿…y después de eso qué?; entre los que personalmente de los tres grupos me quedo con el cuarto. Estos tres grupos son: los religiosos; dios es el principio de todo, no sabemos qué forma, ni qué aspecto tiene, algunos afirman que es un humano todopoderoso, quizás las teorías del “ensalzamiento ajeno” deberían estudiar este fenómeno o quizás es que algunas personas tienen el concepto de dios tan interiorizado que cuando nos autoensalzamos (concepto referido al hecho de que una persona destaque en sí mismas características positivas y valoradas en la sociedad) a nosotros mismos lo ensalzamos a "él". Aunque digo yo, para que exista un dios debe existir un universo en el que se aloje ¿no?, como va a ir dios antes que el universo; entramos en un bucle sin solución... El segundo grupo va más allá y de hecho son muy valorados; se implican y esfuerzan por acercarse cada vez más al origen; son los científicos; éstos cada vez nos dan respuestas más elaborada partiendo de la interpretación humana, buscan un origen y se acercan todo lo que pueden, al menos ellos son conscientes de que la premisa “pero… ¿y después qué?” siempre está presente e intentan abarcarla con detenimiento hasta llegar a conclusiones aceptadas y “válidas”… y el tercer grupo es el de los nihilistas; éstos creen que tras la creación del universo no había nada que todo estaba sumergido en una nada infinita; claro que si es infinita ya no podría llamarse nada, ya que la nada por definición no es nada, no podría incluir un concepto temporal como es el de “infinito”; además ya sabemos que nunca sabremos si algo es infinito, porque pare ello deberíamos serlo nosotros también, ya que otras teorías afirman que todo es estático y no existe el movimiento, todo está igual siempre –según estas teorías-, dando por hecho que vivimos en una ilusión; de todos modos si algo es infinito no podríamos encontrar una explicación a ese algo, ya que nunca podríamos encontrar el final.
Entonces “de la nada, nada surge” es válido porque para que surja algo debe partir de otro elemento, y en la nada no hay nada, la evolución y el desarrollo no pueden aceptar algo evolucione de la nada, porque si es así no podría llamarse nada, ya que la nada es un vacío de contenido conceptual.
Eso son los tres grupos. Cuando digo que me quedo con el cuarto, no quiero ser escéptico ni mucho menos, sino que partimos de varias claves para explicar nuestro mundo, y como siempre sesgamos y lo hacemos “a nuestra manera”; es adaptativo, funcional y beneficioso para el ser humano, pero no quiere decir que sea cierto. La sabiduría no ocupa lugar, pero el ser humano parece incansable e insaciable. No hay que resignarse, pero como todos sabemos todo lo explicamos a través de etiquetas (junto con otras, usamos el lenguaje, la dialéctica, hechos son explicados con palabras quizás las palabras a veces se quedan cortas, la conceptualización es algo muy subjetivo (inventado por nosotros para comunicarnos) no creo que sea la clave definitiva; por otro lado, las explicaciones se dan de nuestras interpretaciones humanas, no tenemos todos los sentido, en otras palabras “no podemos imaginar un color imperceptible para nuestro ojos y por consecuente para nuestra mente” en consecuencia si lo imaginamos es porque lo percibimos, pero; ¿y todo aquello hacia lo que no estamos capacitados para percibir? ¿cómo podemos explicarlo?, las explicaciones siempre se darán partiendo de las capacidades y limitaciones de nuestra fisiología humana; es decir, siempre serán conclusiones subjetivas, se acercarán, ya que los procesos son los que son, pero éstos son percibidos por nuestras percepciones y por los “aparato” inventados por nosotros para ayudarnos en la tarea de explicarlo y darle sentido a todo. De esto modo pienso que la objetividad no existe, para ello tendríamos que estar provistos de todas las percepciones y formas de interpretación existente en el mundo, y éstas lo más probable es que no sean finitas, “Lo que es, es” pero la importancia reside en la interpretación, así que nunca sabremos de forma totalmente veraz y fiable responder a todas nuestras inquietudes, quizás es algo a lo que el ser humano viviente debe estar sujeto toda su vida y con lo que tiene que convivir y conformarse, somos así, nuestro ideal de perfección no podrá ser alcanzado nunca, porque la perfección es un concepto totalmente subjetivo, como todos los conceptos; recuerden “la objetividad no es más que la aceptación y el consenso de muchas subjetividad o de una minoría que cobra mucha fuerza”. De este modo no es que piense que no haya un origen, es que pienso que la mente humana aún no está preparada para llegar a sacar conclusiones tan transcendentes. Así que soy del cuarto grupo, el cual está a la “espera de ser formado”.
¿Cómo afecta el no hacer nada en nuestra psicología?
Juan Antonio Lobillo González (J.A.L.G)
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